Todos los pueblos indígenas norteamericanos tenían un laso fraternal con la naturaleza, en los ríos casaban lo suficiente para vivir y no se excedían con la caza, no maltrataban a la naturaleza, era como si una sola manta se tenga compartir con cuarenta personas. A la llegada de los primeros ingleses, los indígenas los acogieron como si se los hubiese dado el Gran Espíritu (éste era el Dios para los nativos norteamericanos), pero los ingleses, al ver la hospitalidad con que los indígenas los habían acogido, en vez de convivir pacíficamente, comenzaron a arrebatarles las tierras.
El jefe Seattle es uno de los jefes de los pueblos norteamericanos, él también es unos de los pocos jefes que quiso mantener la paz entre colonos y nativos, pero pronto se dio cuenta de que los ingleses tenían malas intensiones. Fue entonces que escribió una carta a los rostros pálidos (así es como los nativos llamaban a los colonos ingleses) para decirles que no se puede comprar la naturaleza.
La carta trata de la diferencia radical que hay entre los nativos y los colonos respecto de la relación con la naturaleza. Ahora les dejo algunas partes del texto que fueron las que más me gustaron:
"El cielo que durante siglos ha vertido lágrimas de compasión sobre nuestros padres y que, a nuestros ojos, parece inmutable y eterno, puede cambiar. Hoy luce espléndido con el sol; mañana puede estar cubierto de nubes. Mis palabras, en cambio son como las estrellas, que nunca se apagan. Así que los jefes blancos pueden confiar en las palabras de Seattle con la misma certeza con que nuestros hermanos los rostros pálidos confían en el retorno de las estaciones."
"El Gran Jefe Blanco de Washington nos ha enviado un mensaje para decirnos que quiere comprar nuestra tierra. Pero yo me pregunto: ¿cómo se puede comprar o vender el aire que respiramos o la tierra por la que caminamos? ¿Acaso el hombre es dueño del viento que mece los árboles o el agua que discurre por los ríos?"
"Nuestro pueblo hace ya siglos que habita estos bosques y pesca en las aguas del mar que contempláis Cada aguja de abeto, cada grano de arena de la playa, cada insecto que zumba en el aire, es sagrado para nosotros.Si quieren escuchar la carta completa del jefe Seattle vean este vídeo:
En esta tierra están enterrados nuestros padres, y la sabia que sube por los árboles y plantas nos trae su recuerdo."

Te acuerdas que te pregunté el otro fin de semana sobre él libro? Pensé que era idea mía que había leído algo sobre él...
ResponderEliminarLa carta es increíblemente emotiva, y cualquiera que la lea ve la naturaleza desde otro punto de vista, y es ahí cuando nos ponemos a pensar que hacemos nosotros por cuidar la naturaleza...y donde podemos descubrir lo maravilloso y sencillo que nos rodea, lo esencial (como dice el Principíto) es invisible a los ojos mi querido Santiago.
Deberíamos poner una huerta en un macetero jejeje
te quiero mucho!
Muy bella la reseña, hijo. Siempre es un buen momento para recordar que con poco también se puede ser feliz. Te amo.
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